Esta semana en cazadores, se presenta el tema “Violencia intrafamiliar”, un tema sin duda polémico, difícil y muy fuerte. Justo como me gustan y como siempre, hago la aclaración que los comentarios que aquí se expresan no son con la intención de ofender a nadie. De antemano me disculpo si eso llega a pasar.
Personas que no la padecen se olvidan que existe y las personas que si la defienden y justifican. Con esto no se da a entender que todas las personas hagan esto, algunas tienen el suficiente valor para afrontar las cosas y cerrar ese feo capitulo en su vida.
Por lo pronto hablemos de las que no lo hacen. El ser humano es tan complejo y complicado que sería un error enorme tratar de entenderlo. La violencia intrafamiliar no es más que un comportamiento salvaje y rudimentario, porque así se aprendía antes, pero los tiempos han cambiado, el ser humano evoluciona con los años y eso haría pensar que los métodos también mejoran, que aquellos nuevos métodos de enseñanza reemplazan a los viejos y rudimentarios, pero la realidad es otra, las cosas nuevas no tan fácilmente son aceptadas y el humano se estanca en aquello que conoce a la perfección porque ¿Para qué cambiar algo que funciona tan bien? ¿Algo que es conocido por algo nuevo? ¡No! Es más fácil enseñar con golpes y psicológicamente, porque ¿Dónde quedaría aquel dicho “La letra a sangre entra” entonces? Aquella frase con la que muchos adultos hoy en día aprendieron.
No hay un manual que enseñe como ser un buen padre, pero eso no da derecho a que los padres eduquen a los niños con golpes. En muchas cosas y ocasiones los padres tienen el temperamento fuerte y esto no facilita en nada la convivencia. El adulto pierde el control fácilmente por el enojo y no piensa en lo que hace, ni en el daño que causa, solo se limita a pensar que lo que hace es lo correcto porque después del escarmiento la lección será aprendida.
Después del sádico comportamiento, los pequeños crecen con esa idea, con esa enseñanza y se convierten en lo que más odian. Sus padres. Porque lo quieran o no también golpearan a sus descendientes, por que el rencor es tanto y las posibilidades para desahogarse son escasas. Son humanos llenos de rencor y odio, pero ¿Con quién descargan todo eso? Con seres inocentes que nada tienen que ver. Y al fin de cuentas es un ciclo sin fin. Educar a los hijos con violencia solo crea personas que pasaran esa enseñanza a las siguientes generaciones y se justifica por que aprenden. Solo queda una frase “Son sus padres, ellos saben que es lo mejor para ellos”, pero no siempre esa frase es cierta.
Bathory Ø.
Muy bien tratado el tema, como siempre, te felicito sigue así (Y)
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