¡Cuanta tranquilidad y paz se respira en el aire en estas fechas! En noches como estas se apetece recostarse en el césped, para sentir aquel frio inundar todo el cuerpo y sentirse por un solo instante vivo. Meditar bajo el hermoso manto de estrellas sin perder la cabeza ni un solo instante. Disfrutar de aquella apacible tranquilidad hasta que mis sentidos detecten a alguna tierna y deliciosa presa. Mis sentidos se alertaran y esa será la señal de que el juego acaba de empezar.
Me acercare lentamente hacia mi suculento manjar y no podrá escapar, una vez que este en mis garras ya nada le podrá salvar. Me deleitare con el miedo reflejado en sus ojos y el brillo de la luna intensificando mi persona. Y aunque trate de controlarme y disfrutar de mi juego diabólico no podre, por que el palpitar de la sangre en su yugular me invitara a perder el control y yo, cederé ante su poder atrayente y fugaz. Clavare mis colmillos en su delicado cuello y al contacto de su sangre en mi lengua un sinfín de imágenes de su vida me serán revelados. Puedo verle en su infancia, la arrogancia de su adolescencia y su maldad en su edad adulta. El tiempo se detiene y mientras más sangre consumo mas fuerte me vuelvo.
Mi juego está a punto de concluir, pero siendo como soy, un ser perverso y lleno de rencor, no dejare que mi victima muera sin sufrir, sin mirar en sus ojos la misericordia y compasión que jamás obtendrá de mí. Sin sentir sus lágrimas en mi mejilla y escucharle exclamar un “Por favor” que de nada le servirá. Ni sus oraciones, rezos y canticos dirigidos a su Dios le podrán ayudar, soy inmune ante cualquier poder basado en las creencias y religiones. Su debilidad comienza a menguar, sus brazos ya no tienen la misma fuerza con la que me sostuvieron al principio y esa es mi señal de que debo continuar. Me alejo de su cuello pues es hora de que sepa la verdad. Me muerdo la lengua ante su incredulidad, mi sangre se combina con la suya en mi boca y el éxtasis hace que por un momento me pierda en su sabor. Recupero la cordura y me acerco a sus labios lentamente con mi sangre manando de mi reciente herida en la lengua y le beso con pasión, con una que jamás experimentara de nuevo y le permito ver una pequeña parte de mi vida milenaria, le abro los ojos ante un mundo del cual jamás formara parte. Le siento succionar y aferrarse a mi lengua cuando trato de retirarme y rio para mis adentros pues por un instante aquella estúpida criatura cree que será salvada de su cruel destino pero no es así, me retiro y en sus ojos el asombro y el temor se perciben con claridad ¡Oh si! Acaba de darse cuenta de mi identidad y de su terrible final. Se resigna pues es lo único que le queda y yo con la excitación de la sangre corriendo por mi cuerpo vuelvo a su atrayente yugular. Sé que siente mi aliento en su cuello una vez más y su piel se eriza invitándome a continuar. Desgarrando su alma y oprimiendo su corazón con cada sorbo. Bailando al ritmo de sus palpitaciones que cada vez se hacen más lentas y pesadas. Y antes del último latido de su corazón le dejo en libertad pues mi victima cumplió con su cometido y en nuestra especie es peligroso quedarse hasta el último latido del corazón así como también alimentarse de los inocentes.
Una vez que mi sed y mi hambre hayan sido saciadas adecuadamente, me llenare de asombro al contemplar que no quebrante ninguna regla o norma de mi especie porque ¿Quién soy yo para quebrantar aquellas reglas que por milenios han existido entre nosotros? ¡Oh, ya lo recuerdo! Yo…yo soy Akasha, la reina de los condenados.
Bathory.