En
mi corazón se agolpa la sangre formando una tromba, un cataclismo que evoca a
una sola voz tu nombre. Todo latido tiene el mismo timbre que tu voz y el
ímpetu impreso en cada músculo parece dibujar una fugaz figura igual al
contorno de tus labios cuando sonríes. No te respiro porque no puedo pero todo
impulso formativo de una idea inicia y muere teniéndote como su instigadora y
protagonista.
De
tu boca nace y en tu boca muere el anhelo perdido, el anhelo olvidado que sólo
es evocado por un beso perfecto, por un beso pasado proyectado en un sueño
futuro. Me gustaría abrirme el pecho con mi mano desnuda y mostrarte el motor
palpitante que marcha al compás de tus miradas. Me gustaría que este mundo
averiguara que el canto de mi alma tiene por tema tu nombre, que el escenario
de mis sueños es el bermellón de tus labios, que el elixir más anhelado es
probar de nuevo tu saliva.
Dime,
te lo suplico, que tu mente vuela a lo mismo, que sientes el fuego consumiendo
tus sentidos, que buscas ver tus deseos consumidos, dime que hoy el dolor te
embarga, que mueres por sentir mis manos corriendo en tu espalda. Dame las
manos y pon en mi pecho tu alma, escucha un instante su llanto, siente a mi
espíritu por ti bramando, sólo mírame y
acerca tus labios, olvídate del universo por un par de minutos, entrégame tu instinto
e intentemos enseñarnos, de nuevo, la mejor manera de besarnos.
No
le temo a la condena, ni al juicio de mi decencia porque eso que sueño… esa
fantasía recurrente de tenerte entre mis brazos no puede ser pecado, por más
carnal que sea, por más pasional que parezca, porque detrás de ella se esconde
una mirada tierna, un beso afable y un amor sincero.
Pd: …
Yo también te odio
