sábado, 18 de junio de 2011

Él y los demás yo.

¿A que le tienes miedo? – Susurró mientras veía a la luna entre los barrotes. 
Tardó en responder. Mucho. Para ser exactos, nunca lo hizo.

“Vamos lindo niño
Vamos a jugar
Junto con tu amigo
Él no te va a pegar

No es como los otros,
En el puedes confiar
Pero no le digas a nadie
Porque él se enojará. “

Introducción
La gente es sabia. Todo hablan pero casi nadie escucha. Durante mi infancia pasé todo el tiempo solo. ¿Amigos? Nunca los tuve. Yo les decía compañeros, porque pues bueno, todos eran idiotas.
¿Amor? Tuve mi primera novia a los 14 años, si a eso se refiere. Ella era linda, muy linda para ser precisos. ¿Su nombre? No lo recordamos. No nos gusta eso de los nombres, son cosas del diablo.
Nunca supe por que se fijó en mí. De hecho nunca supe porque alguien se fijaría en mí. En ese entonces yo era el menos social del salón. Nunca salía, nunca hacia nada. Me reía de la estupidez de los demás, mientras ellos creían que yo me reía de sus “Chistes”.
Amigos verdaderos… Déjeme ver. Hasta preparatoria, creo. ¿Qué como era mi prepa? Bueno, pues a decir verdad fue uno de los momentos más divertidos de mi vida.  ¿Sabía que ahí fue cuando me empecé a dar cuenta de que no solo existía yo? Digo, no solamente yo, en mi cuerpo. Si me entiende, ¿no?
¿Que como llegué aquí?  Todavía no es tiempo de que se lo digamos, ¿verdad? Eso sería hacer trampa, Doc. Apenas estamos empezando con esto y yo tengo una linda condena que cumplir. Perdón, quise decir: Nosotros.

Capítulo 1.
Me llamaron de la estación de policía. Algún tipo loco había hecho nosequecosa. El punto es que querían que lo valorara. El tipo, según la poca información del policía por el teléfono, tenía una clase de “Enfermedad mental”. –Carajo, ¿que no se dan cuenta que son las 4 de la mañana?- - Si doctor, lo sé. Pero este tipo está loco. En serio loco. ¿Alguna vez vio a alguien morderse los dedos hasta sangrar y luego ponerse a dibujar en el suelo? Eso sí que asusta.- Se escuchó una risa de fondo después de aquella oración. Una risa, a mi opinión, muy bella. De hecho una de las risas mas sonoramente hermosas que he escuchado en la voz de un hombre.  –Está bien, voy para allá.-
En fin, me vestí y decidí ir a ver qué pasaba. De todas formas, me iban a pagar bien por eso, o al menos eso es lo que estaba esperando.  Hacía frio,  estábamos a principios de Octubre.  Subí al auto y me fui a la estación. Cuando llegué había un montón de policías afuera del lugar. Perdí permiso y entré. El jefe me saludó como siempre, con un “Que gusto verlo aquí Doctor” y restregando su robusto y sudoroso cuerpo contra mí a manera de abrazo. Yo respondí con una leve sonrisa y pregunté por el paciente con profesionalidad. Siempre me extraño que todos tengan esa familiaridad conmigo, en lo personal, a mi no me gusta.
  – Ah, el loco de los susurros, pase. Está por aquí-
Me llevó por las cárceles de los reos, hasta la del final. – Decidimos ponerlo aquí, por que empezó a asustar a los demás detenidos con su… bueno, usted ya verá doctor-
A través de los barrotes, se veía una figura sentada. Volteaba en dirección a la ventana mientras veía atónito como la luna iluminaba su celda. Parecía que estaba hablando con alguien más. Más bien, discutiendo.  – Ahí lo tiene doc, está esposado. Si tiene algún problema con él. Estaré aquí vigilando, solo llámeme-  - Si Oficial, no hay problema –
Mientras el jefe retiraba su cerda presencia del lugar, yo entré en la celda para examinar al paciente.  No tenía fachas de locura, o de alguna enfermedad mental. De hecho, si no fuera porque estaba susurrando mientras veía a la luna, cualquiera habría pensado que era un hombre normal, sentado en una celda y arrestado por error.  Tal vez ni siquiera estaba loco, pero según el oficial, el hombre había cometido un acto que nunca en su vida habían visto.  “No parece tan loco como dicen, en fin. Trabajo es trabajo” Pensé mientras me sentaba junto a él.
Se mantuvo recargado en la pared viendo a la luna y sonriendo. Una de sus manos estaba vendada. A lo lejos se escuchaba la plática trivial de los oficiales, tan insignificante que no tenia caso gastar mis oídos en ella. –Es un pinche demente- Concluyo sonoramente un policía. Por el tono de voz, parecía que estaba apuntando a la celda donde estábamos.
“Este hombre, ¿Qué habrá hecho para que lo tachen de esa manera?”
Metí mi mano a la maleta, y en eso, él se movió.
-A ella le encantaba la luna, doc.- dijo mientras yo intentaba sacar mi libreta de la maleta.
-¿Cómo sabes que soy doctor?-
-bueno, pues tengo poderes sobrenaturales…-
-Eso no existe, ¿sabe usted?-
-Se que no existe. Pero eso no quiere decir que no sea cierto. Sé que es doctor por que hace poco escuché a los policías hablar con usted por teléfono. Además, ¿Qué que otra persona se metería a una celda a las cuatro de la mañana cargando una maleta?-
-Eso se llama razonamiento, no poderes sobrenaturales-
-Tal vez tenga un poco de razón doctor. Pero dígame  ¿Qué es lo sobrenatural?-
- Pues, es un fenómeno fuera de lo normal. Claramente-
-y ¿Qué es lo normal?-
- Pues algo cotidiano. Algo que se ve todos los días-
- Los asesinatos se ven todos los días. ¿Acaso eso es normal?-
-No, no lo es-
Hubo un silencio entre los dos. Ambos nos mirábamos como si nos hubiéramos conocido desde hace mucho tiempo.
-Dígame doctor, ¿A qué quiere jugar?-
-¿Por qué me pregunta eso?-
-Bueno pues porque usted está aquí para declararme loco, ¿no es así?-
-No exactame… ¿Por qué piensa que lo declararé loco?-
-Bueno, pues por que todos los idiotas de allá afuera lo piensan –
- No sólo porque la gente piense que usted es algo, significa que en realidad lo sea-
-¿Ves? te dije que no era cierto- Susurró.
-¿Con quién habla?- Pregunté.
-Pues conmigo, ¿con quién más?-
-Pero ¿por qué habla con usted? Si simplemente puede pensar las cosas para sí mismo. No necesita convertirlo a palabras que puedan ser escuchadas-
-Eso es lo que usted cree, Doc –
- ¿Cómo que es lo que yo creo?-
-Olvídelo doctor, alguien como usted nunca lo entendería. Pero platíqueme mientras, ¿A que le tiene miedo?-

No hay comentarios:

Publicar un comentario