Sufro porque quiero sin pretender
como tal el deseo del sufrimiento, sufro porque sigo buscando, algo que dentro
de mí sé que no existe, sufro porque siempre rebasó la línea de lo lindo, de lo
tierno, sin comprender que no es eso lo que busca, y aunque eso buscase, al
rebasar esa línea cualquiera tiende a tener hartazgo. Porque suele ser así, damos la espalda a
quien más muestras de cariño y afecto nos ofrece, tal vez sintiendo seguro ese
cariño, alimentándolo, irónicamente, con ese desprecio que mostramos. Y
seguimos buscando felicidad en el sufrimiento, quien nos desprecia, buscamos su
afecto. O tal vez eso solo me pasa a mí.
Sufro buscando hacer de mi
felicidad la suya… cuando debo comprender que lo que ella busca, es seguir
sufriendo.
¿Es acaso que soy un mentiroso?
Porque si en verdad tanto te deseara, sería feliz con tu amistad. Pero me
engaño a mi mismo creyendo esa mentira. Soy infeliz, viéndote día a día, tu
cabello, tus ojos, tu sonrisa, tus
labios, esos labios por los que moriría tratando de tocar, de aunque fuera tan
solo una vez, besar. Soy infeliz sabiéndome tu amigo, tan solo tu amigo y con
el límite de jamás pasar de ese bonito sentimiento, del cual yo declino en este
caso, pues mi corazón me pide a gritos otra cosa, y no es amistad, es
simplemente… amor.
Después de esto lo mejor será no
volverte a buscar. No sin antes decirte
desde lo más profundo de mi corazón: te
quiero.
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