sábado, 10 de septiembre de 2011

Pensamiento de la mañana.


Despiértame, con un beso en la espalda o con un suspiro en el pecho. Que quiero aprender cómo no extrañarte, como vivir sin ti, como volver a sentir.  Quiero voltear al lado de mi cama, y verte ahí. Dormida, despierta, enojada, sonriente. Como sea, solamente quiero verte

 Me acostumbré a verte, a hablarte, a respirarte. Todos los días, todas las horas, todo el tiempo; pero la distancia nos cela. Te necesito aquí, sonriendo para mí, mirándome, amándome.  2, 3, horas para contemplarte no son suficientes. 1 de cada 15 días tampoco.  Como dije: Me acostumbré a ti, tanto que ahora no puedo caminar sin ver tu rostro en otra cara, despertar sin sentir tu aroma entre sueños, sentarme sin escuchar tu voz a momentos. 

No diré que te amo, porque no me gusta etiquetar con palabras los sentimientos. Y esas dos palabras no expresan lo suficiente. 

Con cada abrazo que te doy, con cada beso que me devuelves, con cada mirada tuya, siento que quiero se parte de ti. A pesar de ser dos personas diferentes con dos vidas distintas, mi alma ha reconocido ya a la tuya.

El que no esté allí, no quiere decir que no desee estarlo. 

Mi vida, mis ojos, mi boca, mi cuerpo e incluso el más ínfimo sentimiento de mi hígado, pertenecen a ti. Cuídalos, porque ya olvidé cómo hacerlo.  

Te extraño.Y no me dejas evitarlo.
(Richo)

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