domingo, 4 de septiembre de 2011

Liebre-me del mal 2

Hola hermanos, paleros y trolls de extracción diversa. Esta semana en la madriguera tendremos un cuento. Pero no un cuento cualquiera... "Liebre-me del Mal" reaparece (ya saben el cuento ese donde los conejitos comían carne enfrente de un niño que por razones desconocidas despierta en un mundo extraño). Si ya leíste la primera parte espero que disfrutes este segundo episodio, si no ingresa al enlace para que puedas leer la primera parte:


El muchacho dio un chillido ahogado, al tiempo que saltaba hacia atrás y buscaba desesperado algo para defenderse. los platos y el té volaron por el aire despertando la tristeza e indignación  del conejito. 

- ¿Qué te ocurre zokete?... estás idiota, esas tazas me las regaló mi madre.
-Aléjate monstruo. Le decía el chico mientras sostenía un tenedor pequeño

Era una escena verdaderamente ridícula, pues el conejo estaba sentado sobre sus patas traseras, como a veces lo hacen para tener mejor campo visual, pero no se movía, permanecía quieto, mientras el chico chillaba y se revolvía como un loco. Lo llamaba monstruo pero parecía más un muñeco de felpa de una tienda de regalos que una verdadera amenaza. 

Un segundo después el conejo se hartó de la actitud del chico y con un par de movimientos rápidos le quitó el tenedor y lo sometió poniendo sus patas sobre su cuello.

-Mira... cosa extraña, no tengo intenciones de comerte, primero tengo que averiguar que eres. Somos bastante civilizados por estos rumbos. No puedo disponer de ti mientras el "Consejo del Conejo" no me de el permiso. Mejor tranquilízate y ayúdame a levantar esto.

Más tranquilo, al sentirse momentáneamente a salvo, se incorporó y le preguntó al conejo como se llamaba su país. El conejito le contesto que esa región se llamaba "La comarca de la Alfalfa" y que era una de las villas más viejas que existían. Platicaron por espacio de una hora de cosas por el estilo, donde el muchacho se enteró de cosas de poca importancia pero le parecía divertido que un conejo andante le contara de como iba al mercado cada mañana a comprar suplementos como cualquier humano, los cuales cambiaba por unas piececitas cuadradas y planas de un material extraño parecido a hueso.

En realidad el peludo sólo quería  hacer tiempo para que el "Consejo del Conejo" abriera sus puertas (como todo buen burócrata, iniciaban labores pasado el medio día). Antes de salir le preguntó...

-Y bien cosa rara.... antes de partir, contéstame ¿cómo te llamas?. 
-heee... me llamo Eliot. Y tu ¿cómo te llamas amigo?
- Todos me llaman "Pata veloz". Mucho gusto Eliot. Por el camino te enseñaré como es que conseguí el desayuno.

Salieron de la casa y Eliot se dio cuenta de que era una especie de madriguera, que estaba bajo la tierra y solo la puerta se veía levemente elevada del nivel del piso. Pata Veloz llevaba en el hombro una especie de palo con la punta afilada en el hombro y su caminar le parecía muy gracioso al muchacho, porque sus cortas extremidades lo hacían bambolearse. No parecía un animal peligroso, parecía una mascota tratando de imitar a su dueño humano. 

Por el camino al "Consejo del Conejo" atravesaron una especie de corral donde varios conejos se colgaban al hombro los mismos palitos que traía "pata veloz" en los hombros. De pronto la puerta se abrió y 16 conejos salieron a toda velocidad sobre sus 4 patas y cruzaron la pradera en unos segundos. Eliot estaba maravillado al ver como se dispersaban y parecían rodear una una mancha de color impreciso que miraba muchos metros a lo lejos. La mancha se convirtió en una infinidad de puntitos oscuros que correteaban tratando de escapar de la patrulla de conejos cazadores. Uno de los puntos corrió rápidamente hacia el sendero por el que "pata veloz " y Eliot caminaban, y mientras se acercaban distinguió la silueta de un perro mediano, un labrador tal vez. Finalmente a unos 50 metros del niño el conejo repentinamente cambio su postura y doy un par de pasos con solo las patas traseras al tiempo que lanzaba el palito. A unos 10 metros el perro mordió el polvo con la vara metida en su espalda y el corazón perforado. La escena le puso la piel de gallina, pero pensó que no lo mejor sería no comentar nada. 


En un par de minutos después de la perturbadora experiencia llegaron a una construcción que parecía de barro pero estaba bellamente decorado con relieves. Un guardia dormitaba hecho bolita afuera, justo frente a las puertas y se alertó cuando se acerco la pareja. Saludó a pata veloz y miró a Eliot como suelen ver los niños su programa de TV favorito (con saliva incluida).


Cruzaron las puertas y vieron a un grupo de conejos sentados solo sobre las ancas. Los conejos eran sin duda muy viejos, pues su pelo estaba todo desordenado y se movían con lentitud. Pero en cuanto vieron al muchacho se sorprendieron y uno tomó la palabra.


-Por los bigotes de mi madre... ¿eso es un humano?. Pata veloz, ¿de donde sacaste eso?
-Lo encontré en el vado cerca del bosque en la mañana, majestad. 
-No puede ser... no puede ser... no veía un humano desde que era un pequeño. 


Todos los ancianos se acercaron y parecían consultar el destino de Eliot. Cualquiera que fuera el caso Elior sabía que eso no sería para nada bueno y se moría de miedo, temblaba y comenzó a sudar frío. Cuando se separaron los conejos ancianos sintió un escalofrío espeluznante. Casi no podía contener las lagrimas que se agolpaban en sus ojos por le miedo que sentía.
Finalmente el conejo que habló al principio dijo


-El magnánimo "Consejo del Conejo" ha determinado que, siendo el humano el manjar mas exquisito del que se tiene registro, entregues de inmediato al que tienes a los cocineros reales que lo habrá de servir en el festival de invierno.


Eliot...


Eso es todo por ahora. espero hayan disfrutado esta segunda parte del cuento mas extraño que se me ha ocurrido. Me llamo Rommel, me dicen el Zorro y estas leyendo Cazadores de Ideas... donde los conejos comen perros y de postre un pay de niño.

Auf Wiedersehen

1 comentario:

  1. Aterrador y escalofriante si te imaginas en el lugar de Eliot!, buen cuento, tiene un sazón peculiar, un poco de imaginación, ternura y terror hacen que vayas sintiendo lo que el pobre Eliot experimenta al estar en la región de La comarca de la Alfalfa...

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