sábado, 29 de enero de 2011

Dulce parca

" Heme aquí mirando a la muerte de frente, cara a cara, esperando el momento de saltar. – ¿Tienes miedo?- pregunta ella “no es miedo lo que tengo, es curiosidad” pienso; Miedo ¿qué es eso? (“Inquietud y angustia causados por un peligro real o imaginario” dice el diccionario de RAE) hace mucho que no lo siento. Ya ni siquiera puedo recordar las cosquillas en el estomago que causaba ese tal “miedo”.
-Entonces ¿qué te hace temblar?- vuelve a resonar la voz de la parca que está a mi lado, repleta de curiosidad (los dos juntos, mirando al vacio ante nuestros pies, un vacio que se acaba en la banqueta que divide la calle.) – Si tan solo supieras-  Susurre al fin (más que un susurro, un suspiro).
-Bello atardecer ¿no crees? El viejo se lucio al regalárnoslo- afirmo al cabo de unos minutos. –Mejor lugar no pudimos elegir para encontrarnos- rió  (con esa típica risa espeluznante que la caracteriza).
 –Para luego es tarde ¿qué te parece si empezamos? se hace de noche y tengo que atender otras 20 muertes hoy para cubrir la cuota-.  –Si claro… nada mas déjame hacer algo.- le hable al fin, en un tono sorprendentemente familiar, como si nos conociéramos de toda la vida, como si fuéramos hermanos…  –¡Bah! Haz lo que quieras, pero no te tardes mucho- exclamó inconforme.
Disfrute mi atardecer, la parca tenía razón mejor regalo no me pudo obsequiarme el viejo para esta tarde (ya casi noche). Saque mi cigarrera, el último de ellos. Lo encendí, aspire el humo y lo exhale junto con tu nombre. La calavera me esperaba impaciente, cerré los ojos e inhale de nuevo el cigarro (cielos, extrañare ese aroma a tabaco, solo espero que allá abajo existan los cigarros…) Escuche un susurro en la calle (creo que venía de una multitud espectadora).di una última mirada al horizonte, deje caer mis parpados, di un paso y caí hacia los dulces brazos de la calavera."

No soy bueno con el tema de la muerte ya que nunca le he encontrado un interés en especial o algún sentido. La muerte es lo único absoluto en este mundo, y nada puede evitarla. Nunca he temido a este ser, pero tampoco lo adoro ni nada por el estilo. Aún así no hay que temerle, simplemente hay que respetarle. Bien lo decía mi abuela “Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos”.  Au revoir.
Astër

1 comentario:

  1. "Aún así no hay que temerle, simplemente hay que respetarle."

    El chiste está en saber respetarle, he ahí lo complicado.

    :D

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