jueves, 15 de septiembre de 2011

INOLVIDABLE

Buenas tardes queridos lectores, seguramente ya en compañía de la familia para una rica cena y para armar la fiesta, deseo que todos la estén pasando muy bien. Esta semana nos toca hablar de una persona importante en nuestra vida además de los seres más cercanos a nosotros.
Hoy quiero recordar a un maestro que cambio mi vida y me enseño a ser mejor persona.
Ser maestro considero que es una de las profesiones más hermosas pues en las manos de esas personas que están en el aula se encuentran las futuras generaciones que el día de mañana participaran en la sociedad, tienen la tarea de formar buenos ciudadanos que apliquen sus conocimientos para el bienestar, además de inculcarnos valores como honestidad, respeto, responsabilidad. Cuando los maestros son buenos se vuelven en un ejemplo a seguir, son personas que admiramos y hasta  aspiramos algún día ser como ellos.
El maestro que conocí fue todo eso para mí,  todo comenzó cuando estaba a punto de reprobar el año y tenía problemas de conducta, aquel profesor nunca se desespero conmigo al contrario confió en mí, recuerdo cuando tenía dudas y él se tomaba la molestia de volverme a explicar hasta que entendía, y así se la paso casi todo el año mi pobre profe. Pero lo que tengo que agradecerle aún más de eso, es que sugirió a mis padres que me metieran a actividades extracurriculares para solucionar mis problemas de conducta y desarrollara el potencial que tenía guardado. A partir de entonces pase casi toda mi infancia y  parte de mi adolescencia en todo tipo de actividades, las cuales me permitieron conocer buenos amigos, aprender cosas nuevas, desestresarme con un deporte pero lo más importante gracias a todo eso, lo que parecía un problema que se hubiera arreglado con regaños o golpes ahora fue  energía positiva que hoy en día me ayuda a desenvolverme en la vida.
Cuando escucho hablar mal a mis compañeros de sus maestros (algunos si lo merecen jaja), curiosamente siempre recuerdo a ese mentor quien me demostró que aún hay  profesores que en verdad aman enseñar y que no sólo van a cobrar su sueldo sin importar que los niños aprendan o no. Sin embargo la mejor cosa que pudo enseñarme el maestro Juan fue la verdadera vocación  de servicio además de ejercer una profesión con amor y entusiasmo por el hecho de ser algo  para lo que nacimos.
Maestro Juan desde donde quiera que este gracias por haberse cruzado en ese momento de mi vida, quizá de no ser por su determinación, paciencia y consejo  hoy no sería quien soy ahora.
ARAS

2 comentarios:

  1. Aras!
    esa niña de la infancia que describes... en verdad no la imagino, pues ahora eres todo lo contrario: eres una mujer inteligente, tranquila (ok...a veces =P), que sabe amar, entiendes a las personas y en la escuela eres la mejor!!!
    Hay que agradecer mucho a ese profesor Juan, y así como él hay muchos que nos han enseñado no sólo temas académicos...sino también de la vida, ellos son (como tú bien lo dijiste) los que aman lo que hacen, que tienen esa vocación de enseñanza. Ojalá TODOS fueran así =(
    Cuidate cazadora! y como siempre es un placer leerte.
    Alexa

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