En julio de mil novecientos sesenta y ocho
cuando ni siquiera se transmitía el chavo,
la muerte planeaba su gran visita,
en complicidad de un presidente capitalista.
En México, llegando el dos de octubre
una extraña sombra lúgubre
cubrió la plaza de las tres culturas,
junto a la iglesia y las ruinas,
donde los estudiantes pedían la justicia deseada
pero la muerte ya tenia su jugada planeada.
La muerte, ocultada tras Días Ordaz
a miles de estudiantes mando a matar,
mientras ellos reían
estudiantes de la UNAM y del Poli corrían.
La muerte con disfraces de militares,
bombardeaba a los estudiantes,
después con su forma esquelética paseaba,
y en su boca saboreaba,
la sangre ya derramada.
Pero a la muerte algo se le olvido,
ya tarde se acordó,
que la lucha sigue viva
y se las cobrara con iva,
a cada uno de sus aliados.
Es hora de tirar los dados,
Y tomar es nuestras manos,
La lucha que la muerte,
Al matar a los estudiantes, dejo pendiente.
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