El auto avanzaba con una velocidad
moderada. El recorrido era tan aburrido. Cuando es otra persona la que va
detrás del volante en vez de uno, los recorridos siempre se harán aburridos,
cada persona tiene su propio estilo en ese arte y el mío es bastante veloz, sin
embargo ahora estoy detrás del asiento del conductor. Trato de distraer mi
mente con el atardecer pero desde mi posición eso parece ser imposible y
lamento no ser yo quien se divierte manejando. Suspiro para alejar mis
frustraciones, aun debo encontrar ese valioso objeto así que mi vista se
desprende del respaldo del asiento del conductor y se enfoca en la ventana, en
los establecimientos que pasamos. Les miro con pereza, nada de ellos me atrae y
cuando creo haber perdido el tiempo en una salida como esta algo capta mi
atención.
-¡Detén
el auto!-Grito al conductor y este obedece la
orden.
Salgo del auto y corro a ese
establecimiento que me llamó tanto la atención y admiro el objeto tan preciado
que estoy a punto de adquirir, lo sostengo entre mis brazos y después de
pedirle al amable dependiente que grabara en el tu nombre lo puse en un estuche
con sumo cuidado para que no se dañara. Salgo feliz de aquel lugar, el
aburrimiento se acaba de convertir en emoción y entusiasmo. La oscuridad invade
al día, son las ocho de la noche. El tiempo no se detiene nunca y tras mandarte
un mensaje que se no responderás inicio mi marcha al lugar prometido.
-¡Hey!
¿A dónde va?-Me dice el conductor en turno.
-¡Lo
siento! Olvide por un momento que venía en auto-Comienzo
a reír por mi torpeza-Puedes marcharte a
casa, iré andando desde aquí-Sonrió y emprendo mi huida.
-¡Espere!
Aun falta mucho para llegar al destino-Dice aquel
buen hombre con un poco de preocupación en los ojos.
-No
te preocupes, no pasara nada. Me hace falta aire fresco y me apetece caminar.
Te veo en casa-Dije sin detener mi paso y a modo de
despedida.
Camine hasta un parque, en el cual
descanse por algunos minutos. Había olvidado por un minuto lo lejos que quedaba
aquel lugar. Mire hacia el cielo y se veía hermoso, la oscuridad y la noche
siempre me han encantado. Contemple la luna como jamás en la vida lo había
hecho. Saque el estuche donde guarde el objeto de mi devoción y lo admire de nuevo, podría pasar horas
haciendo esa acción “Espero te guste” pensé
al pasar mis dedos sobre él. Lo guarde y me dispuse a continuar con mi camino,
aun me falta mucho por recorrer, calcule que llegaría pasando la medianoche. No
importaba, si al final todo salía como planeaba.
El aire golpeaba mi rostro, el frío se podía
sentir, lamente no tenerte cerca pero eso hizo que apresurara mi paso para
llegar hasta ti más rápido. Como lo había predicho llegue pasada la medianoche.
Toque el timbre y no espere a que abrieras, me fui de inmediato al patio
trasero, aun no podía cambiar aquella vieja costumbre que se te saca una
sonrisa. Me recargue en aquel viejo árbol que muy bien conocía, esperando por
ti. Al verte salir de la casa sonreí y camine hacia ti.
-Llegas
tarde-Dijiste en un tono algo molesto.
-O
demasiado temprano, según lo veas. Pasa de la una de la madrugada-Dije
y sonreí por mi ocurrencia. A lo cual tú reíste también y te acercaste hasta
quedar a unos cuantos metros de mí.
-Ya
todos se han ido.
-Lo
sé. Mucho mejor para mi, no quería opacarlos-Dije en un
tono bromista-Además sabes que mis
visitas son privadas, odio ver cómo te prestan tantas atenciones.
Reíste por mi ocurrencia y no me quedo más
que sonreír. Tu risa me llevaba a un mundo lejos de todos, un lugar sagrado en
el que solo yo podía entrar y al cual te invitaba con cada ocurrencia que
decía. Un mundo en el cual yo me rendía a tus pies.
-¿Y
bien? ¿Me darás mi abrazo o debo rogarte por ello?-Dijiste
sacándome de mis cavilaciones y pensamientos.
-Te
daré mucho más que un simple abrazo-Dije y tu cara de confusión me cautivo
aun mas-Hoy es tu cumpleaños y sé que
medio mundo habrá prometido bajarte la luna y las estrellas, darte el mundo
entero o cautivarte con mil flores. Lo sé porque yo sería una de aquellas
personas. Pase semanas para buscar el regalo perfecto, leí libros de poesía
para dedicarte las más bellas y perfectas palabras y que solo fueran estas las
que quedaran en tu memoria-Dije tomando tu mano-Pero no lo conseguí. Yo te daría cada una de las estrellas y la luna
si quisieras, pero de ser así ¿Quién te cuidaría por las noches mientras yo no
estoy a tu lado? Un día te daré todo el universo, lo dispondría solo para ti,
pero como los grandes dicen “Todo por partes” así que por el momento, este es
el primer regalo de billones que te daré-Dije y te entregue el estuche.
Lo abriste con cuidado y cuando estuvo
por completo fuera del estuche tus ojos brillaron, eran dos zafiros llenos de
amor y ternura. Tu boca se curvo dando paso a una esplendida sonrisa y de nuevo
sentí la necesidad de perderme en aquel mundo al que me transportabas con
aquellas muestras de felicidad.
-¡Es
hermoso!-Dijiste con evidente emoción.
-Es
todo lo que representas para mí. Porque tú me iluminas, eres la estrella más
hermosa que podría existir y esto-Dije señalando el collar-Solo puede pertenecerte a ti.
-Te
amo-Dijiste y te acercaste a besarme.
-También
te amo, amor-Dije después de finalizar aquel beso
lleno de entrega y cariño-¡Feliz
cumpleaños!-Dije y sonreí.
Te miraba con ternura y tú no podías
dejar de contemplar mi obsequio, aquel hermoso collar en forma de sol que no
brillaba tanto como tu pero que tenía una simple inscripción “Tú
eres mi sol. **** T. A.”
Bathory Ø.
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